Originarios de Asia, especialmente de China y Japón, los crisantemos pertenecen a la familia Asteraceae, la misma de las margaritas, girasoles y dalias. Son conocidos y valorados no solo por su belleza y variedad de formas y colores, sino también por su resistencia y la duración de su floración.

Floración
Su época de esplendor comienza en otoño y puede extenderse hasta mediados del invierno, dependiendo del clima y los cuidados. Por eso, son una gran opción para sumar color a balcones, patios y jardines cuando muchas otras plantas ya dejaron de florecer.

Cuidados:

Los crisantemos necesitan mucha luz solar directa, especialmente durante las primeras horas del día. Si están en interior, es clave ubicarlos cerca de una ventana bien iluminada. En exteriores, asegurate de que reciban varias horas de sol para mantener una floración saludable.

El riego debe ser moderado pero regular. El sustrato tiene que mantenerse apenas húmedo, evitando el encharcamiento, que puede provocar pudrición de raíces.
🪴 Tip: una forma fácil de saber cuándo regar es observar la planta. Si notás que las flores o las hojas están algo caídas, ¡hay que regar!


Para prolongar la floración, es fundamental retirar las flores marchitas o secas. Esto estimula a la planta a producir nuevos pimpollos y mantiene su energía concentrada en el crecimiento.

 


 

 

 

Un dato curioso


Aunque a simple vista parezca una sola flor, el crisantemo en realidad es un capítulo floral, es decir, una inflorescencia compuesta por muchas flores pequeñitas agrupadas.
Lo que parecen pétalos son flósculos ligulados, y lo que vemos en el centro son flósculos tubulares, ambos con funciones distintas pero complementarias en la reproducción.

 


 

 

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